mercredi 13 avril 2011

Capitulo IX: Al encuentro del escultor Atanasio Moran

Descubriendo las obras del Esquipulita Atanasio Morán

( Las fotos fueron borradas en 2019 por el sistema, 
dentro de poco voy nuevamente instalarlas )

En 2007 solamente había tenido una ocasión de ver una pareja de Esquipulitas, fue el 15 de enero de 1972, me encontraba en casa de unos amigos en Antón. Al caer la tarde vi llegar unas personas menuditas. Estaban descalzas y en sus brazos cargaban un pequeño altar florecido, al lado de ellos un niño hacia un llamado muy marcado y de un solo tono con un pequeño tambor.
Supe que ellos estaban en peregrinación junto con sus músicos desde hacia dos meses en la montaña y su recorrido se terminaba hoy en Anton.
En 1972 la gente del pueblo no eran todos muy amables con ellos, algunos los trataban mal y les robaban. En 2010 ya no sucede eso y los Esquipulitas tienen zapatos. No fue sino hasta mi jubilación que pude visitarlos detrás de la Panamericana.
El 26 de julio 2007 yo me armo de valor y me voy en bus hacia « El Entradero de San Juan de Dios » en donde varias personas me contaron que habían muchos  Esquipulitas. Pero esas mismas personas me dijeron que era una expedición muy difícil, pues ellos nunca la habían hecho.
Decidi partir pensando hacer un largo y cansado viaje. Pero fue todo lo contrario.
Panamá es un país tan lleno de prejuicios que uno se imagina siempre lo peor!
A cada momento, me bastaba pasar una cortina de árboles para cambiar de mundo. El país se abre entonces hacia otro interior en « El Interior ». « El Interior » es el nombre que se le da a las provincias centrales y occidentales del país.
El interior « Del Interior » es todavía mas ignorado que El Interior que es tan silencioso como lo son, para nosotros mismos, nuestro corazón y nuestro hígado, cuando no están enfermos.
Me fue necesario solamente 45 minutos para llegar al Entradero por un sendero normal y en vías de ser pavimentado.
La parada de bus esta al pie de una escuela con colores relucientes. Una jovencita se propone guiarme. Ella me hace pasar por detrás de la escuela. A lo largo de 100 m atravesamos un riachuelo en un claro del bosque. Pasamos un puente y recorremos una decena de escalones hasta llegar a mi primer Esquipulita, y no se trata de cualquiera, sino de un escultor, tallando en ese momento, un gran San Isidoro, para una iglesia.


Este escultor se llama Atanasio Moran, nació el 2 de mayo de 1928,  el tiene 79 años y tuve la impresión que el tiempo se le iba de las manos. La amistad entre ambos fue casi de inmediato. El me revelo todos sus secretos, sus mezclas de aserrín y de goma para disimular los defectos de la madera.
El me pidió una foto mía, por casualidad guardaba una en mi libreta. A cambio, me dio una vieja foto suya posando al lado de una virgen, en donde él parecía tener 50 años. No debía tener muchas fotos. Me prometí hacerle una copia y de regresarle la foto. Su esposa estaba allí y nos miraba muy sonriente.


Los dos Esquipulitas son muy viejos para hacer el peregrinaje, ya no hay mas altar en su casa. Me llevaron a lo alto de la colina en donde vive la hermana de Atanasio, Antonieta y su marido Severiano Alonso junto con sus hijos y sus nietos. Hay un patio, un horno para hacer pan y un altar con un Cristo como el que vi en 1972, obra de Atansio.
Atanasio ha esculpido Cristos durante toda su vida para los pequeños altares del vecindario. A la edad de 44 años se vio obligado de dejar su trabajo en un molino de la capital.
El sufre de una infección pulmonar y decide retirarse para volver al campo en donde realiza una gran obra : « un San Martín de Porras ». Desde entonces se le conoce una docena de estatuas grandes de  santos. 

A mi regreso a Panamá en 2008, me voy el 14 de enero a la concentración de los Esquipulitas en la iglesia del « Nazareno » del barrio « El Ciruelito » en Anton.
62 familias con sus pequeños altares y sus instrumentos de música se reunieron con el padre Aquiles Sánchez. Como en todas partes, excepto los Kunas, estas familias se muestran contentas de ser fotografiadas.

El 18 de enero, dos días después de la procesión del gran Cristo de Esquipulas de Anton, acompañado de mi sobrino político, Damien Prouvost, regreso a visitar a Atanasio al Entradero. Se adelgazo mucho, esta enfermo y su San Isidoro no lo ha terminado. Pero en su gorra leo : « Materia Gris ». Al menos le queda su « materia gris »!

Pasa un año. El 14 de enero del 2009 regreso a la iglesia del Nazareno de Antón con 700 fotos. El padre Aquiles organiza la distribución. Todos los Esquipulitas están presentes, muy felices. La familia Moran me informa de la muerte de Atanasio, ocurrida el 8 de octubre del 2008. El logro terminar su santo. Desde el 4 de abril, el icono esta en su capilla en « Los Alveros, en Tranquilla Norte ».
El día de la fiesta de la Candelaria, el 2 de febrero, el padre Aquiles me invita a descubrir el colegio de jesuitas en Las Marías sobre la ruta de Tambo en donde habrá una misa celebrada por sus colegas. Dos amigas francesas están presentes. Descubrimos nombres de lugares encantadores : Chigoré, Churuquita Grande, Chiguiri Abajo y Arriba, Toabré, Tambo, U Centro, Tchichivali, Montaña. Pero las Marías esta aun mas lejos y los caminos dañados nos malogran nuestro viejo 4x4.
Coclé es muy grande, me falta mucho por descubrir, pero me entero que esta región hubiera podido estar bajo las aguas si los Holandeses no hubieran instalado un sistema de reciclaje de las aguas de las exclusas durante el titanesco proyecto de la ampliación del Canal.
 El padre Aquiles me orienta en mis investigaciones de las obras de Atanasio. A mi regreso en julio del 2009, él escoge de mi nuevo gran paquete las fotos de Tranquilla. Yo parto en busca de San Isidoro de Tranquilla en una chiva. Es una camioneta con una carrocería cubierta de lona y dos bancos de madera que  se miran de frente. Los pasajeros están todos juntos y mis fotos circulan, una joven reconoce a sus vecinos. Ella me propone acompañarla a Rincón Claro. Ella se llama Carolina Ruiz. Les confieso que es mi estrategia para visitar la región: subirme al bus con mis fotos para encontrar un guía que me llevara por los caminos por los cuales yo seria incapaz de adentrarme solo. 
Pasamos la iglesia y ella me guía por un sendero hecho de subidas y bajadas abruptas para atravesar unos riachuelos en medio de una vegetación tropical que no sufre jamás de la sequía, ni de la presencia destructiva del ganado.
El paseo es magnifico y muy original. Al regreso, alguien que se dirige también a la Panamericana me acompaña y durante el trayecto me desvío para ver la capilla de San Isidoro y su Santo patrón.


El 6 de agosto regreso donde la familia de Atanasio. Esta vez yo no paso por la orilla del riachuelo del Entradero. Tomo el camino oficial del cartero, si es que había carteros en Panamá.  
Desde la carretera principal, la entrada de la propiedad en lugar de subir, baja hasta el puentecito. La vegetación es esplendida, hay helechos frondosos y hojas gigantescas.
Juana Pérez Morán, la viuda de Atanasio se encuentra allí. Me parece muy cansada. Ella me dice la gran simpatía que Atanasio sentía por mi.
Su nieta, Ana Isabel Chirú, me muestra una lista de 11 obras las cuales ella sabe donde localizarlas. El proyecto de hacer un folleto sobre Atanasio me viene  a la mente. Me pongo a fotografiar lo que me muestran, como un extraño San Antonio de la luz con llamas en las dos manos. Prometo regresar para entrevistar a Juana con la lista de fotos de Ana. Juana me dice: « Apúrese, tengo la impresión que yo me voy ». Ella agrega: « lo que Dios hace, es lo mejor »
Al regreso, camino hasta la capilla de la Inmaculada Concepción y hasta la iglesia de San Juan de Dios en donde yace el Nazareno y el Resucitado de Atanasio.

En marzo y abril 2010 regreso a Panamá en compañía de Malvina, mi esposa Panameña. El 20 de marzo, descubrimos juntos el pueblo de « El Copé de San Carlos » en donde Atanasio tiene una de sus obras. La palabra « descubrimiento » no es muy fuerte, ya que nos costo mucho trabajo encontrar « El Copé ».
En el poblado de San Carlos, nos conducen mal que bien, pero ningún mapa ni ningún letrero indican el camino a seguir. Solo una parada de bus situado en una entrada de un camino de tierra nos hace pensar que allí, en la Panamericana, pueden haber, al final del camino, algunos pueblos.
Me espera una sorpresa. Después de 45 minutos de calles pedregosas,  veo como bajado del cielo mi santo preferido: Santiago el Mayor en Matamoros.
Esta pintado en la fachada de la iglesia, todo de azul sobre su caballo blanco apuntando su espada como una cruz.
Es la representación haitiana de Santiago que se utiliza en el vudú y que todo el mundo puede ver pintado sobre las puertas de los taxis de Puerto Príncipe. Es muy  sorprendente ver esto en Panamá.
A comienzos del siglo 20 cuando los monjes de las escuelas cristianas francesas llegaron a Panamá, porque las escuelas privadas habían sido cerradas en Francia, ellos exigieron que la representación española del Santo Matamoros con su espada y su caballo blanco desapareciera del país, de la basílica menor de Natá de los Caballeros y de la Catedral de Santiago de Veraguas. La iglesia de Roma, desde el punto de vista de Toulouse, no puede tener un santo asesino. Parece que los monjes franceses no estuvieron jamás en el Copé de San Carlos.
Atanasio puso al lado de la estatua de Santiago a caballo, realizado en Ecuador, la Reina de la Paz de Medjugorje de Herzegovine. Las cosas tienen su razón de ser, ella esta ahí presente para aplacar la furia sanguinaria de Santiago Mataindio, el exterminador de indios en America Latina.
Al medio día, Damien nos espera en Bella Florida sobre el camino de Santa Rita en sus dos hectáreas de campo baldío y bajo la tolda de su futura residencia secundaria.
Al lado esta la iglesia de San Pedro cuya imagen fue realizada por Atanasio. No pierdo el tiempo y la visitó.
El 31 de marzo, la víspera del jueves Santo, emprendemos la carretera y visitamos dos obras mas de Atanasio en Platanal de Río Hato: un Cristo y Nuestra Señora de la Candelaria. Esta vez la entrada sobre la panamericana es mas fácil de encontrar pues es el nombre del puente que recubre el río Platanal.

Pero al día siguiente mi esposa no quiere hacer mas visitas. Es jueves Santo, 1° de abril 2010.
Durante la Semana Santa, no solamente la venta de alcohol es prohibida sino que todos los panameños se van a sus respectivos pequeños poblados, a donde sus familiares, a donde están sus raíces. Cada año van al mismo lugar y no quieren cambiar ese habito. Malvina quiere volver a la capital en donde sus descendientes, los trabajadores Antillanos del Canal llegaron en el siglo XIX.
Durante la Pascua me topo con el encierro que se imponen las familias. Los encajonamientos que estructuran la nación panameña, de igual forma a las sociedades segmentarias africanas. Eso me hace sufrir. Me encuentro de repente privado de mi libertad, pero al mismo tiempo es gracias a esos encierros pasajeros como cortinas de follaje, que existen en Panamá, mundos tan diferentes, tradiciones tan fuertes, indios tan auténticos, negros « Congos » sobre la costa Caribe en la búsqueda simbólica de sus familiares africanos, descendientes de Mayas cuyo santo patrón se llama Esquipulas como el famoso Cristo de Guatemala, rabiblancos que constituyen una clase social de « conejos criollos », judíos que se ignoran entre Sefarades y Ashkenazes, Hindúes con sus castas, descendientes de las Antillas francesas e inglesas con sus excelentes cocinas, extranjeros franceses y americanos que se reagrupan juntos.
Cada quien por su lado en un mundo autónomo, que no espera nada de los demás, pero, todos hacen la misma cosa, « beben el domingo de Pascua ». En ese aspecto existe la nación panameña, todos tienen el mismo sentido de hospitalidad, y solo en algunas excepciones, no hay barreras para encontrarlos. Si hubiera demasiadas personas como yo que rompen las costumbres, hace mucho tiempo que no quedaría nada por descubrir. Panamá esta llena de misterios a causa de la cortina de follaje y de la falta de curiosidad de los Panameños. Nadie se ocupa de los demás.
Yo disfruto mucho, mi búsqueda me conduce sobre tierras vírgenes y yo mismo me sorprendo que existe todavía en este siglo secretos tan bellos.
La Semana Santa y los 4 días de Carnaval son, para la mayoría de las personas, las únicas vacaciones que se ofrecen. Desde el Jueves Santo hasta el Domingo de Pascua, es el éxodo, la capital se queda vacía, pues la mitad de la población del país regresa a su terruño.
Para Malvina su terruño es la capital.
Por suerte tenemos una sobrina que trabaja en Penonomé. Ella desea irse a El Valle, igual que yo, en donde me espera un San Antonio de Atanasio Morán.
San Antonio es el orisha del comercio en la santería cubana (Elegua). Hay que precisar que en el vudú las divinidades como las Orishas se llaman “les loas” y se pronuncia “les lois”, lo que significa las leyes que rima con Rey. Ejemplo, el dinero es Rey y es el Ley de las leyes de las finanzas, cuya las reglas son la confianza y el temor. Los Leyes son llamados también “maîtres”: maestros, maetras o Papa y Mama.
El Valle de Antón es un gran circo volcánico muy conocido y muy deseado por los ricos de la capital en donde se desarrolla un negocio desenfrenado de la inmobiliaria llamado : « Bienes y Raíces ». Es bien en el tono de San Antonio: el “Ley Papa Legba” de los negocios.
Almorzamos en casa de una amiga que adquirió recientemente una propiedad allá arriba, y con ella, recorremos las propiedades que están a la venta al mismo tiempo que buscamos a San Antonio.
Para buscar mi camino, ese Santo me hace recorrer los mas bellos jardines de las casas más lujosas. Descubro entonces el lado escondido « Del Valle », en donde viven los jardineros. Me doy cuenta que son ellos los verdaderos dueños de « las Raíces ». De sus « Bienes » pues los mas ricos carecen de tiempo para disfrutarlo, peor aún, solamente están los fines de semana y a veces, ni eso. Me consuela eso de no ser bastante rico para poseer tales jardines; el espacio-tiempo es el mismo para todos. La presencia visual para la belleza de los jardines de la tierra no son apreciables que en el presente, para la gente que esta ahí presente. Es por eso que yo hago referencia al dios “Tiempo” Cronos. Una Ley que es en medida igual para todos.

El viernes 2 de abril mi sobrina se despide de nosotros para irse rumbo a la capital. El día de « La Pasión de Cristo » me las ingenio para que Malvy me acompañe al Entradero a donde quiero, con ella, entrevistar a Juana, la esposa de Atanasio. El encuentro y la conversación con Juana y sus hijas tiene mucho interés para nosotros dos.
Pero cuando le sugiero a Malvina la idea de tener una casa en un lugar como ese en donde el horizonte no es mas que vegetación, ella me recuerda enseguida sus temores de citadina hacia las serpientes.
La simple imágen de una culebra en la televisión le es insoportable. Me imagino que este temor visceral tiene sus raíces con la construcción del canal francés, cuando los obreros antillanos fueron obligados a enfrentarse con sus palas y manos a la montaña « La Culebra » y eso a pesar de las advertencias de los indios. Muchos murieron de mordidas de serpientes y no solamente de fiebres. Ellos removieron el nido de los mosquitos y de las serpientes del país. Eso dejo fuertes huellas en la imaginación de los Antillanos.
Arriba del Entradero está « El Alto de la Estancia » en donde Atanasio instaló un San Sebastian. La calle está en muy mal estado, hace falta un 4x4. Son las 11, decidimos esperar la chiva, pero no llega. Pasa un patrulla de policía. Yo les hago seña, ellos nos llevan.
Fueron llamados para investigar un robo.
Nos dejan en la iglesia de la Estancia y nos prometen de venir a buscarnos. Yo tomo mis fotos y efectivamente, hora y media después los policías están de regreso.
Los dos policías nos cuentan el resultado de su investigación. El robo es mas que un hurto, es una infamia, una profanación, que alarmó a una buena cristiana. Parece que desapareció alcohol de su almacén y estamos bajo la prohibición cristiana y gubernamental de beber. La tendera furiosa, en nombre del Cristo crucificado, llama a la policía. Pero después, ella descubre que el ladrón es su hermano. Aunque ella sabe que él es un borracho y un impío, no puede enviarlo a la prisión. Esa es una historia « Del Interior » de Panamá en donde nunca pasa nada.
Todo el mundo bromea y perdona.
La policía dió un paseo, nosotros también. A falta de bus, las personas se suben al pick-up, un bebé termina en las rodillas de Malvina.
Escucho al policía clamar con fuerza « Frranciiaa ». Que felicidad para mi, Malvina habla de la Francia que adora y yo agradezco al ladrón profanador en mi fuero interno.
De regreso al Entradero nos dirigimos a casa de Antonieta. Ella desea ir a la profesión nocturna del Viernes Santo de Antón. Comemos un plato de pescado seco y de yuca rayada. Una preparación desconocida por Malvina. Mi celular suena. Incluso aquí, uno esta localizable.
Es José, nos espera con su familia « Al Rincón de la Palma ». José Luis nos espera al borde del camino, será solo un pequeño desvío, tenemos tiempo y además es un bono para nuestro Santo Día.
El nos conduce por la gran propiedad de su familia. Llegamos a la colina en donde esta la casa de sus padres. Las casas tradicionales están siempre en altura, al abrigo de los mosquitos que no les gusta la brisa de altura. 
Y que sorpresa, Antonieta se abraza con la mamá de José.
Estuvieron juntas en la escuela.
El papá de José nos muestra un cráneo de conejo « pintado ».
Con la grasa de ese conejo se cura la sordera y el reumatismo.
Partimos con ese remedio local para curarme las orejas y terminamos nuestra noche en Antón con la preparación de la procesión.


Al día siguiente, Sábado de Gloria, Malvina me deja. No pude retenerla. Ella toma un bus para Panamá. Me voy solo a visitar el Padre Pedro Marin, de 86 años, retirado con la familia de su hermana en Antón. Juana Morán me dijo que lo fuera a visitar, ya que él conoció muy bien a Atanasio.  El Padre Marin es un constructor, él rehabilitó la iglesia de Antón, construyó 58 capillas y una casa para albergar las personas de la montaña de Coclé cuando están de paso en Antón. El conoce todos sus feligreses.
Seminarista en Panamá, después en Costa Rica, él termina su licenciatura en el seminario de Bogotá en donde tuvo profesores franceses los cuales me describe como chauvinistas muy orgullosos de Francia.
El también es sordo, y sin que yo le diga, me comenta que él se beneficio con la cura de mantequilla de conejo.
En la tarde subo a « Los Alveos de Cabuya » por el camino de Santa Rita y Bella Florida por donde ya pasé a ver la penúltima obra de Atanasio:  San Pedro.
En Cabuya descubro la primera obra de Atanasio: San Martín de Porras.
Es interesante observar bien su San Martín, pues es obvio que Atanasio se esfuerza con ese trabajo. No se atreve mucho a retirar la materia de su pedazo de madera. El cuello y el cuerpo del santo son macizos, la mano que sostiene la cruz es en bajo relieve. Si ese primer trabajo es particularmente pesado, él presenta un estilo que uno reconoce en sus dos últimas obras, como en su San Pedro de Bella Florida y su San Isidoro de Tranquilla. Pero Atanasio seguramente no buscó distinguirse de otros artesanos del país, de las obra mas antiguas que vió en Penonomé o en Antón. El se esmeró en hacer como sus predecesores.
En Penonomé me hablan del arte « Hecho Cholo ».
Este último paseo en busca de Atanasio, lo viví intensamente, aunque estuve solo, y cumplí mi objetivo de fotografiar las 11 imágenes de la lista. Al frente de la iglesia de San Martín, detrás de los árboles, unas personas se bañan en el río. Yo me junto con ellos y me cuentan sus tradicionales e inmutables vacaciones de Pascua en Cabuya.

El domingo en la mañana visité Jean Louis Vallet en Río Mar. Jean Louis es un ex consul de Francia en Panama. El tiene 75 años y pasa los tres meses de invierno en su casa de playa en Rio Mar. Nos conocemos por Santa Librada. Eso le dio a nuestra amistad una dimension misitica. Sucede que él vive al lado de Mazère en el Gers, donde nacio Santa Livrade y al igual que yo, él va a Las Tablas.
Es un tableño, Bolivar de Gracia quien me dio su direccion en Francia.
Con Jean Louis me tomé una rica cerveza y me bañé en el Pacífico.
                          
Fin