Novedad y misterio de la
danza de la Montezuma Cabezona
Es un ritual, cada año
paso el miércoles y el jueves del Corpus Christi en La Villa de Los Santos,
para no solamente gozar de los diablos y grotescos que danzan detrás del Santísimo,
sino para estar con mis dos amigos, Julio y León, a los que veo reunidos
solamente para esta fecha y la semana siguiente con el jueves día de la Octava,
el viernes día del Corazón de Jesús, el sábado día del Turismo y el domingo día
de la mujer. (Hay que estar allá para saber los detalles de esos 4 días de
fiestas, no es mi propósito hoy de hablar de eso.)
León Ferrer es profesor
de antropología, con la doble nacionalidad mejicana-panameña. El vive en el
Distrito Federal. Nació en Panamá en agosto 1945 y paso su juventud en Chitré y
en la ciudad de Panamá hasta los catorce años.
Desde hace mucho tiempo
vuelve a La Villa cada año. Sé que en 1996 realizó un reportaje sobre la reina
de Calle Arriba del Carnaval de La Villa y me ha comentado que nunca dejará de
venir a la fiesta de Corpus Christi.
Le gusta mucho la danza de los diablicos.
Julio Arosemena o Julito
para los Villanos, es el hijo de Julio Arosemena, que fue alcalde de La Villa.
Su nombre está grabado sobre los muros de la alcaldía de la ciudad. Julio es también antropólogo,
universitario y creó la licenciatura del folclore.
Conocí a Julio en agosto
del 2003, cuando me consagraba a buscar su libro sobre Los Diablos y gane su
amistad por mi amor a Santa Librada y al folclore de su provincia.
Cuando me jubilé en el
2006 vine por primera vez para las fiestas del Corpus.
Pase 45 días en La Villa,
entre la biblioteca de la asociación Rescate de Danzas y los pobladores del
lugar.
Julio y León pasaron
juntos las dos semanas del Corpus y los frecuente con mucho interés. Aprendí mucho de ellos, cosas
auténticas porque los profesionales que son no juegan con las fábulas. Así
aprendí de León, en particular, que Vivaldi escribió una opera “La Montezuma”,
sin añadir mas. Ellos compilan, analizan y son siempre muy humildes en sus
juicios.
Cuando pongo el océano
entre yo y Panamá y que estoy en Francia, mi imaginación se enriquece de lo que
se cuenta en mi país y que repercute con lo que conozco del folclore de los
santeños. Estaba arreglando mi carrito en mi garaje, escuchando la emisora
radiofónica “France Culture”, cuando se dio una crónica informando de la
reaparición en Alemania del libreto de la Opera de La Montezuma de Antonio
Vivaldi, después de muchos años de su desaparición y que volvía a ser interpretada.
Recordé lo dicho por León.
Mi atención fue total. Además “France Culture” se volvió o tornó muy lírica con
el escritor cubano Alejo Carpentier, quien escribió un capitulo desquiciado
sobre la opera La Montezuma en su obra “Concierto Barroco” 1974.
Cuenta Alejo Carpentier
que un mejicano riquísimo, negociante de plata, llega a Venecia durante el
carnaval y sale a la calle con su disfraz de Montezuma, con sus collares, su
atuendo de plumas y sus sandalias doradas que llamaron mucho la atención de la
gente.
Gozo mucho, tomo mas de
lo normal y al día siguiente se despertó muy tarde. No ve su disfraz a su lado
y se entera que se lo llevaron para vestir al Signor Massimiliano Miler. Su
empleado Filomeno lo tranquilizó y lo vistió elegante para que fuera a ver la
opera de la Montezuma del sacerdote Antonio Vivaldi en el “Pio Ospedale Della
Pietà”. Es un momento histórico, están presentes Haendel y Scarlatti. El escenario es espléndido y lo veo con
los ojos de Alejo Carpentier en mi garaje. Montezuma luce con el disfraz del
mejicano, pero la situación es dramática, la derrota es evidente y de repente
el General Teutile del ejercito de la Montezuma aparece disfrazado de mujer.
“ ¡Pero resulta que aquí
es hembra! ” - exclama “el indiano” …
“Pero esto es un gran
disparate”…
“Pero Teutile es un
hombre y no una mujer”…
“Y resulta que Teutile
quería casarse con Ramiro, hermano menor del Conquistador Don Hernán Cortés,
….”
¿Que idea y para que? Dice
el mejicano indiano, como lo llama Alejo Carpentier.
La acción se complica
mucho como en todas las guerras. “Montezuma pide a la Emperatriz Mitrena que
inmole a su hija Teutile.
(“¡Pero si Teutile,
carajo, era un general mexicano!”)… protesta el indiano.
“Antes de que la doncella
sea mancillada por los torvos apetitos de un invasor… La princesa prefiere
darse muerte en presencia de Cortes.”
Cuatro paginas después
leo, escucho en el radio y veo en mi garaje la tarima de La Heroica Villa de
Los Santos frente a su iglesia pontifical y a la vez “la Gran Plaza de México,
ornada de triunfo a la romana.
Columnas rostrales, bajo un cielo atremolado, todas las flámulas,
gallardetes, estandartes, insignias y banderas, vistos hasta ahora. Entran los cautivos mexicanos, cadenas
al cuello, llorando su derrota; cuando parece que habrá de asistir a una nueva
matanza, sucede el improvisto, lo increíble, lo maravilloso y absurdo,
contrario a la verdad: Hernán Cortes perdona a sus enemigos, y, para sellar la
amistad entre aztecas y españoles, celébrense, en júbilos, vítores y aclamaciones,
las bodas de Teutile y Ramiro, mientras el Emperador vencido jura eterna
fidelidad al Rey de España, y el coro, sobre cuerdas y metales llevados en
tiempo pomposo y a toda fuerza por el Maestro Vivaldi, canta la ventura de la
paz recobrada, el triunfo de la Verdadera Religión y las dichas del Himeneo….”
“Falso, falso, falso,
todo falso gritaba el mejicano, Ese final es una estupidez. La Historia….”
¡Verdad que Alejo
Carpentier o Antonio Vivaldi se adelantaron con el matrimonio para todos en la
iglesia!
Apenas existe el
matrimonio para todos en el civil en algunos países y muy recién en Francia.
Eso me dejo a pensar. Desde
mi garaje recordé a los danzantes de la Montezuma Cabezona empollerados con una
gasa cubriendo sus rostros y una corona de princesa sobre sus cabezas.
Cuando la cabeza militar de
La Montezuma se viste de pollera con una mantilla de novia, su estrategia es de
limitar el vencimiento a una pérdida a medias. Su solución es de casarse con la
cabeza enemiga que hizo esta mariconada de conquista y de ordenar a su ejercito
de imitarlos. De la misma manera que no se discuten las ordenes cuando se pide
matar o ejecutar, el ejercito debía vestir la pollera con velos de novias para
salvar al pueblo, a la nación y algo de su cultura.
El amor sin condiciones
pasara siempre y permite lo imposible.
Antes de la presentación
de “La Montezuma Española” en la tarde del jueves del Corpus, el ejercito
pacificado de la Montezuma entra en fila en la iglesia de La Villa, con un
español a su lado, en pajeras, juntitos, unidos para rezar. Sus polleras son
roja, del color de la sangre derramada y de la victoria final sobre ellos mismos.
Son con un velo rosado sobre sus ojos humildes, son acompañado de un ex
conquistador sin armadura y morrión, con una simple espada, con saco marino,
camisa blanca y corbata para unirse a los indios y finalmente dar nacimiento a
los mestizos de hoy y en particular a este mejicano riquísimo, descendiente de
dos españoles, confesando al sacerdote Vivaldi que su corazón esta del lado de
la Montezuma a pesar que el es criollo a cien por ciento.
Desde mi regreso a Panamá
en marzo 2013, estoy siguiendo lo que ocurre en Francia con la ley del
matrimonio para todos. Interpreto la ira de la derecha francesa conservadora
como la demostración que algo a cambiado en nuestra sociedad.
Gracias a la píldora, a
los partos con vientres alquilados hay nuevas conductas.
En el futuro puede
reaparecer el panteísmo galo o griego con sus costumbres homosexuales entre
militares.
Interesado por lo que
queda del politeísmo griego en el mundo, sigo con mucho interés las tradiciones
andaluzas de La Villa de Los Santos - ¡de todos Los Santos!
Con el Cristo de las tres
potencias aparecen costumbres greco-musulmanas, acompañadas del tambor africano.
No terminan de revelarme sus misterios.
Ahora voy a sorprender
mis dos amigos con otra novedad mucho mas seria que concierne al torito. Se la
debo a un viaje a Camboya, del otro lado del puente del mundo. Como que los viajes hacen reflexionar.
Jacques