El Cristo Flor
Durante la temporada seca cuando comienza a florecer el Guayacan y el Jacaranda, dos grandes árboles con flores amarillas y malvas, los Esquipulitas de la montaña de Coclé van a la iglesia del Nazareno del barrio del Ciruelito de Anton para encontrarse el 14 de enero, en la víspera de la procesión del gran Cristo de Esquipula.
Viajan a pie con la bandera de su comunidad, se anuncian con tamborcitos que llaman nuestra atención y nos informan del paso inminente de su trono donde florece un Cristo flor entre las flores, que requiere nuestro fervor. Oigan el violín, la guitarra, las maracas que tocan una cumbia para que bailen los ángeles. A su llegada sobre la plaza de la iglesia, todos los tambores resuenan y los altares comienzan un ballet de reverencias, de genuflexiones. Se hacen grandes señales de cruz en el espacio, el Cristo miniatura se balancea como el tallo de las flores.
En el 2008 se reunieron 62 tronos quizás más en 2009. Me apliqué a fotografiar de muy cerca esos pequeños Cristo tallados con ternura por las manos de la gente de la montaña. Tienen los ojos abiertos o cerrados, el cabello rubio, marrón, negro, el color de la piel de todos los tonos posibles, son viriles o afeminados, hay tantos como tantas variedades de flores.
Es la primavera en Francia, las campanas de Roma pasaron sobre los jardines regando huevos de Pascua, algunos fueron olvidados por los niños. Invito a mis paisanos a mirar dentro de sus rosales si no hay un Cristo flor nacido después de Pascua.




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